Claudia Berenice Garza nació y creció en la ciudad de Monterrey, México, donde siempre se inclinó por las artes. Llegó al sur de Texas en 1998 a la edad de 15 años e inició con la pintura mientras estudiaba en Edinburg High School. Obtuvo su título de Asociado en Bellas Artes del Colegio del Sur de Texas en mayo del 2003; en diciembre del 2005 obtuvo su licenciatura en Bellas Artes con enfoque en pintura y una licenciatura en Español, ambas en la Universidad de Texas – Pan Americana.
Después de la universidad, decidió dedicarse por completo a su carrera como artista y ha participado en más de 80 exhibiciones y muestras de arte en México, Texas y Nueva York. Ha tenido el privilegio de recibir importantes contratos para realizar murales y retratos en ciudades de Texas como Edinburg, McAllen y Mission, entre otras. Ha impartido clases de arte a niños y adultos y ha promovido las artes entre los niños a través de talleres gratuitos de dibujo y pintura.
En septiembre del 2012, Claudia se mudó a la ciudad de Nueva York en busca de mayores oportunidades que pudieran beneficiar y expandir su carrera artística. Entre sus planes a futuro se encuentra el obtener la maestría en Bellas Artes, la cual considera que le ayudará a obtener más experiencia en el campo de las artes y así ampliar sus posibilidades como artista profesional.
SOBRE SU OBRA
“Sin ataduras” es una mirada al interior, una exploración a sentimientos de frustración, limitación y confinamiento, que han dictado lo que mi obra muestra hasta el momento. Lo que en mis piezas anteriores era un sentimiento de querer o desear algo, ha evolucionado hacia una necesidad fundamental de movimiento y crecimiento personal en todos los sentidos: emocional, artística y profesionalmente.
La frustrante idea de estar limitada, atrapada, restringida, dio paso a esta serie en la cual exploro al individuo como una roca. Las rocas y las piedras toman su forma dependiendo de sus alrededores, por el suelo en el que ruedan, las condiciones climáticas, pero sobre todo, por el paso del tiempo. Nosotros nos formamos por nuestro entorno, por la gente y las circunstancias que nos rodean, eventos y recuerdos, experiencias y obstáculos en nuestras vidas. El agua, la cual ha sido parte de mi obra desde mis inicios como pintora, usualmente representa vida; sin embargo, también puede destruir, ahogar y erosionar, gastando con el paso del tiempo hasta a las piedras más densas. El océano simboliza la falta de forma, lo inimaginable y el caos; es considerado como un ente sin límites, un lugar donde uno puede perderse fácilmente, lo cual representa la manera en que uno puede perderse en el viaje por la vida. La soga representa ataduras y limitaciones, hasta que da de sí, permitiendo la libertad infinita.
Hay ocasiones en las que eso que nos ata, que nos limita y no nos permite hacer lo que deseamos, se convierte en parte de nosotros, tanto que lo acogemos y en ocasiones hasta llegamos a quererlo. Convertimos a esos obstáculos en parte de nosotros y aprendemos a vivir con ellos sin importar cuánto pudiéramos desear que no estuvieran ahí.
Sin embargo, es en momentos cruciales de nuestras vidas, cuando nosotros mismos nos convertimos en el impedimento, en nuestra propia “soga” y sólo nosotros tenemos el poder de liberarnos de lo que nos ata a quienes somos o a dónde nos encontramos en ese momento. Cuando uno finalmente inicia la travesía hacia la libertad de explorar lo desconocido, el peso y las restricciones que venimos cargando y que nos han paralizado por tanto tiempo, se convierten en un simple accesorio que puede eliminarse con facilidad.
Claudia Berenice Garza was born and raised in Monterrey, Mexico, where she always showed interest for the arts. She arrived to South Texas in 1998 at the age of 15 and started painting while at Edinburg High School. She received an Associate of Fine Arts degree from South Texas College in May 2003, and on December 2005, received her Bachelor of Fine Arts degree in Studio Art from the University of Texas Pan American, where she also double-majored in Spanish.
After college, she decided to pursue a full-time career as an artist, and has participated in over 80 exhibits and art displays in Mexico, Texas, and New York. She has had the privilege of receiving important commissions for portraits and murals in the Texas cities of Edinburg, McAllen, and Mission, to name a few. She has taught private art lessons, both to children and adults, and has held free drawing and painting workshops to promote the arts to children.
On September 2012, Claudia relocated to New York City, seeking more opportunities that would benefit and expand her artistic career. Her plans for the near future are to obtain a Master of Fine Arts degree which she knows will help her gain more experience in the art field and expand her possibilities as a professional artist.
ARTIST STATEMENT
“Unbound” is an insight, an exploration of feelings of frustration, limitation, and confinement, which have dictated what my paintings show at the moment. What in previous works was a feeling of wanting or wishing for something, has evolved into a fundamental need for movement and growth for myself in all senses: emotionally, artistically, and professionally.
The frustrating idea of being limited, confined, and restrained, gave way to this body of work in which I explore the self as a rock. Rocks and stones are shaped by their surroundings, the ground they roll in, weather conditions, but mostly, by the passing of time. We are shaped by our surroundings, by the people and circumstances around us, by events and memories, experiences and obstacles in our lives. Water, which has been a part of my work since my early years as a painter, popularly represents life; however, it can also be destructive, drowning and eroding, wearing away even the densest of stones given enough time. The ocean symbolizes formlessness, the unfathomable and chaos; it is considered to be boundless, a place where one can easily be lost, representing the way one can get lost on the journey through life. The rope represents binding and limiting, until it gives way to infinite freedom.
There are times when those things that bind us, that limit and keep us from doing what we might wish to do, become such a part of us that we embrace them and even cherish them at times. We make those obstacles a part of us and learn to live with them regardless of how much we wish they weren’t there.
It is, however, at crucial points in our lives, that we become the restrain, we become our own “rope”, and only we have the power of freeing ourselves from what anchors us to who or where we are at the moment.
When the self finally starts on the journey of infinite freedom, of exploring the unknown, the weight and restrains that we have been carrying and that have held us still for so long, become a simple attachment that can be easily be left behind in the process.